El ABC del liderazgo

Alcanzar un puesto de liderazgo en una organización es la meta de la mayor parte de los trabajadores. No obstante, realizar la tarea de forma adecuada no es algo sencillo. El licenciado en Administración y cofundador de Nabhen & Co., Rodolfo Nabhen, participó de la segunda edición de Recruiters Forum y expuso las claves para ejercer un rol de jefe con éxito.

¿Cuál sería el ABC que debería tener en cuenta un nuevo jefe?
En primer lugar, quien asume una posición de jefatura, debe tomar clara conciencia que liderar es un acto de servicio. Los líderes, al ser los primeros responsables de los resultados de un grupo, deberán guiar a sus miembros hacia la consecución de los mismos, ayudando a remover los obstáculos que se interpongan en el camino. El dar una visión clara, brindar contención emocional, ayudar, enseñar, alentar y evaluar, entre otras acciones, pasan a formar parte central de su nueva función. Su principal tarea es obtener resultados a través de otros. El verdadero líder no se sirve de su gente. Por el contrario, sirve a su gente para ayudarlos al logro de sus metas. Nadie puede ser efectivo sin “sentir” que es un servidor.

En segundo lugar, tener en claro que ser líder es, ante todo, una gran responsabilidad. La misma, se asume, por una parte, ante la organización que le ha depositado su confianza, debiendo guardar lealtad a sus valores, políticas y objetivos. Por la otra, ante sus dirigidos. Debe ser consciente que de él dependen, en gran medida, los sueños profesionales/personales de los mismos y la prosperidad de sus familias. Ninguna de estas responsabilidades puede ser tomada a la ligera. Las asumen plenamente o de alguna manera estaría defraudando a las partes involucradas y a sí mismo.

Finalmente, y en tercer lugar, el nuevo líder debe desarrollar su autoridad (la habilidad para que otros hagan voluntariamente lo que desea, debido a su influencia personal). Cuando una persona es nombrada jefe, el puesto lleva implícito determinada cuota de poder (capacidad de obligar a otros a hacer lo que uno desea, aunque no quieran, en función a la posición o a la fuerza que uno posea), la cual le es “prestada”. Tal como se la da se la puede retirar. La misma resulta en su medida necesaria para cumplir con las obligaciones del puesto pero, cuando lideramos basados fundamentalmente en la fuerza de ese poder, la gente trata de hacer lo menos posible por temor a las consecuencias de un error. Cuando, por el contrario, se lidera en base a la autoridad que emerge de la persona, la gente está siempre dispuesta a dar más de lo que se espera. Esta última se consigue tratando de ser confiable a los ojos de los otros, manejándonos con respeto en todas las circunstancias en que nos toca interactuar con los demás y esforzándonos por ser siempre equitativos.

¿Cuáles son los mayores errores que se cometen a nivel de liderazgo? ¿Qué hacer para evitarlos?
La tolerancia a la mediocridad. Si un líder acepta en sí mismo niveles de calidad mediocres, así también serán los resultados de la producción de su grupo. Si por el contrario, un líder impone niveles de rendimiento superiores, creará en el día a día una cultura de alto desempeño, que terminará siendo el rasgo distintivo de su equipo.

Es el líder, y nadie más que él, quien marcará la altura de la vara a ser alcanzada por su equipo. Muchos recurren al autoengaño diciendo que disponen de medios limitados, que hay pocos recursos, que los sueldos son bajos y mil excusas más… La excelencia no es externa sino que reside en el interior de cada uno e imponerla pasa por una íntima determinación. Jugarse por la excelencia implica buscar siempre lo máximo posible, sin excusas. Es un tema 100% de actitud.

Tratar a todos de igual manera. Esto ocurre a muchos líderes que tienden, consciente o inconscientemente a “cosificar” a las personas. Piensan en ellas como si todas tuvieran un mismo patrón de conducta y respondieran a los mismos estímulos. Como si fuesen máquinas, algo mecánico…

El líder debe tener muy en claro que cada persona es un ser único. Único desde su personalidad, desde su visión del mundo, desde sus fortalezas y debilidades, desde sus aspiraciones, desde aquello que lo lleva a motivarse, desde sus conocimientos y habilidades.

Entonces, ¿cómo tiene que enfrentar la situación?
Actuar como compañero, y no como jefe. Principalmente cuando se asume el rol de jefe por primera vez, aparece el problema de tener que liderar a los que hasta ayer eran compañeros. Y este problema se suscita, porque las conexiones emocionales que se dan entre compañeros de igual jerarquía son de características diferentes a las que deben existir en la relación jefe-colaborador. Así mismo, modificarlas produce usualmente un conflicto en quien tiene que hacerlo. En el ejercicio del rol de liderazgo, muchas veces deben tomarse decisiones que pueden resultar antipáticas para algunos miembros del grupo, pero deberá asumirlas con total independencia de las conexiones emocionales que lo unen a los posibles perjudicados.

¿Qué distancia debe tomar frente a su staff?
La distancia emocional óptima de un líder con su grupo debe ser “mediana”. O sea, no lo suficientemente alejada como para no tener registro de la relación, ni tan cercana como para verse imposibilitado de actuar. Lo que suelo aconsejar en estos casos es que el nuevo líder tenga una conversación genuina con cada colaborador, en la que destaque las diferencias de rol y las obligaciones que su puesto lleva implícita, tratando de llegar a una mutua comprensión. La idea es separar a las personas de lo que es estrictamente profesional. Lo importante es que el líder logre comportarse plenamente como líder, pudiendo tomar decisiones sin que determinados lazos emocionales lo bloqueen y lo hagan resolver en forma incorrecta.

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El ABC del liderazgo

Alcanzar un puesto de liderazgo en una organización es la meta de la mayor parte de los trabajadores. No obstante, realizar la tarea de forma adecuada no es algo sencillo. El licenciado en Administración y cofundador de Nabhen & Co., Rodolfo Nabhen, participó de la segunda edición de Recruiters Forum y expuso las claves para ejercer un rol de jefe con éxito.

¿Cuál sería el ABC que debería tener en cuenta un nuevo jefe?
En primer lugar, quien asume una posición de jefatura, debe tomar clara conciencia que liderar es un acto de servicio. Los líderes, al ser los primeros responsables de los resultados de un grupo, deberán guiar a sus miembros hacia la consecución de los mismos, ayudando a remover los obstáculos que se interpongan en el camino. El dar una visión clara, brindar contención emocional, ayudar, enseñar, alentar y evaluar, entre otras acciones, pasan a formar parte central de su nueva función. Su principal tarea es obtener resultados a través de otros. El verdadero líder no se sirve de su gente. Por el contrario, sirve a su gente para ayudarlos al logro de sus metas. Nadie puede ser efectivo sin “sentir” que es un servidor.

En segundo lugar, tener en claro que ser líder es, ante todo, una gran responsabilidad. La misma, se asume, por una parte, ante la organización que le ha depositado su confianza, debiendo guardar lealtad a sus valores, políticas y objetivos. Por la otra, ante sus dirigidos. Debe ser consciente que de él dependen, en gran medida, los sueños profesionales/personales de los mismos y la prosperidad de sus familias. Ninguna de estas responsabilidades puede ser tomada a la ligera. Las asumen plenamente o de alguna manera estaría defraudando a las partes involucradas y a sí mismo.

Finalmente, y en tercer lugar, el nuevo líder debe desarrollar su autoridad (la habilidad para que otros hagan voluntariamente lo que desea, debido a su influencia personal). Cuando una persona es nombrada jefe, el puesto lleva implícito determinada cuota de poder (capacidad de obligar a otros a hacer lo que uno desea, aunque no quieran, en función a la posición o a la fuerza que uno posea), la cual le es “prestada”. Tal como se la da se la puede retirar. La misma resulta en su medida necesaria para cumplir con las obligaciones del puesto pero, cuando lideramos basados fundamentalmente en la fuerza de ese poder, la gente trata de hacer lo menos posible por temor a las consecuencias de un error. Cuando, por el contrario, se lidera en base a la autoridad que emerge de la persona, la gente está siempre dispuesta a dar más de lo que se espera. Esta última se consigue tratando de ser confiable a los ojos de los otros, manejándonos con respeto en todas las circunstancias en que nos toca interactuar con los demás y esforzándonos por ser siempre equitativos.

¿Cuáles son los mayores errores que se cometen a nivel de liderazgo? ¿Qué hacer para evitarlos?
La tolerancia a la mediocridad. Si un líder acepta en sí mismo niveles de calidad mediocres, así también serán los resultados de la producción de su grupo. Si por el contrario, un líder impone niveles de rendimiento superiores, creará en el día a día una cultura de alto desempeño, que terminará siendo el rasgo distintivo de su equipo.

Es el líder, y nadie más que él, quien marcará la altura de la vara a ser alcanzada por su equipo. Muchos recurren al autoengaño diciendo que disponen de medios limitados, que hay pocos recursos, que los sueldos son bajos y mil excusas más… La excelencia no es externa sino que reside en el interior de cada uno e imponerla pasa por una íntima determinación. Jugarse por la excelencia implica buscar siempre lo máximo posible, sin excusas. Es un tema 100% de actitud.

Tratar a todos de igual manera. Esto ocurre a muchos líderes que tienden, consciente o inconscientemente a “cosificar” a las personas. Piensan en ellas como si todas tuvieran un mismo patrón de conducta y respondieran a los mismos estímulos. Como si fuesen máquinas, algo mecánico…

El líder debe tener muy en claro que cada persona es un ser único. Único desde su personalidad, desde su visión del mundo, desde sus fortalezas y debilidades, desde sus aspiraciones, desde aquello que lo lleva a motivarse, desde sus conocimientos y habilidades.

Entonces, ¿cómo tiene que enfrentar la situación?
Actuar como compañero, y no como jefe. Principalmente cuando se asume el rol de jefe por primera vez, aparece el problema de tener que liderar a los que hasta ayer eran compañeros. Y este problema se suscita, porque las conexiones emocionales que se dan entre compañeros de igual jerarquía son de características diferentes a las que deben existir en la relación jefe-colaborador. Así mismo, modificarlas produce usualmente un conflicto en quien tiene que hacerlo. En el ejercicio del rol de liderazgo, muchas veces deben tomarse decisiones que pueden resultar antipáticas para algunos miembros del grupo, pero deberá asumirlas con total independencia de las conexiones emocionales que lo unen a los posibles perjudicados.

¿Qué distancia debe tomar frente a su staff?
La distancia emocional óptima de un líder con su grupo debe ser “mediana”. O sea, no lo suficientemente alejada como para no tener registro de la relación, ni tan cercana como para verse imposibilitado de actuar. Lo que suelo aconsejar en estos casos es que el nuevo líder tenga una conversación genuina con cada colaborador, en la que destaque las diferencias de rol y las obligaciones que su puesto lleva implícita, tratando de llegar a una mutua comprensión. La idea es separar a las personas de lo que es estrictamente profesional. Lo importante es que el líder logre comportarse plenamente como líder, pudiendo tomar decisiones sin que determinados lazos emocionales lo bloqueen y lo hagan resolver en forma incorrecta.

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